En el siguiente post, abordaremos sobre la leishmaniasis, desde las causas, síntomas y el tratamiento de esta enfermedad infecciosa.
Una de las enfermedades que afecta en gran proporción de la piel y los planos profundos de esta estructura anatómica es la leishmaniasis, patología ulcerativa parasitaria.
Por su parte, esta especie parasitaria invade grandes proporciones de la piel, llegando atacar los planos profundos y estructuras relevantes del cuerpo humano.
Con lo anterior mencionado, abordaremos todo lo relacionado con la leishmaniasis.
Sin embargo, es de suma importancia recalcar que si eres persona sensible a los temas médicos, te recomendamos otros tópicos en nuestro sitio web.
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¿Qué es la Leishmaniasis?
Es una enfermedad ocasionada por una especie de parásitos del género Leishmania.
Dicha patología ataca la piel, mucosas corporales y los órganos viscerales, siendo una entidad multisistémica.
Causas
El agente causal es la leishmania, la cual, se encuentra en los mosquitos previamente infectados y se alojan en animales y seres humanos.
Por otro lado, los animales afectados por la leishmania son los roedores, algunos mamíferos como los perros, gatos, lobos, cerdos, entre otros.
En cuanto a los seres humanos, se infectan por la picadura del vector o mosquito portador de los promastigotes de la leishmania.
Aunque, existen otras vías descritas como contacto sexual, parto vaginal en bebés recién nacidos, transfusiones sanguíneas y en el uso de agujas compartidas.
Síntomas de la Leishmaniasis
Existen tres variantes de la enfermedad leishmania, las cuales son los tipos cutáneo, visceral y mucosa.
En las del tipo cutáneo, la lesión es bien delimitada, cuyo origen del sitio es específicamente en el radio donde el mosquito picó.
Al principio, puede verse como una pápula que aumenta de tamaño y con el pasar del tiempo, se convierte en una úlcera, las cuales, invaden los nervios, sin producir dolor.
Por su parte, al pasar el tiempo, la lesión se cicatriza dejando un aspecto similar a una quemadura.
En la variante mucosa, la leishmaniasis y las consecuentes lesiones son similares a la versión cutánea, teniendo predominio en el trayecto de los ganglios linfáticos.
Estas lesiones pueden producirse en un tiempo prolongado o de evolución crónica, permaneciendo inclusive años con respecto a la infestación.
A su vez, la variante visceral o llamada ‘kala-azar’, atacando la piel, tejido linfático y diseminando por vía hematógena y linfática al bazo, hígado, médula ósea e intestinos.
Esta última variante se observa a predominio de los pacientes con enfermedades de inmunodeficiencias como VIH-SIDA, cáncer, entre otras.
Diagnóstico de la Leishmaniasis
Los exámenes que evidencian la enfermedad son mediante el microscopio óptico de las muestras de secreciones y la muestra citológica.
Por su parte, la PCR (reacción en cadena polimerasa) es uno de los reactivos de fase aguda idónea para determinar la infección.
Asimismo, los títulos de anticuerpos como la IgM, IgG e IgE junto con el estudio de los cultivos de las secreciones pueden determinar el diagnóstico.
Con respecto a otros estudios que determinan el diagnóstico definitivo de la enfermedad son la tinción de Giemsa y el cultivo de aislamiento del parásito.
Tratamiento
El tratamiento y las medidas van encaminados para contrarrestar y controlar el agente causal, además, dependerá de la evolución de la entidad infecciosa.
Con respecto a la leishmaniasis cutánea, se recomiendan cremas tópicas a bases de esteroides, además de la crioterapia y la terapia del calor.
Por su parte, el tratamiento sistémico recomendado es la anfotericina IV, como el de elección en la leishmania sistémica o difusa.
A su vez, el tratamiento debe ir encaminado al estado general del paciente, además, de las complicaciones posibles, fase de las lesiones y evolución.
