El Zulia es sinónimo de regionalismo, idiosincrasia cultural y una rica expansión de coloquialismo en el hablar y de la expresión de su gentilicio. Desde la gaita, su rica gastronomía y el argot de su gente en tradición y costumbres. Uno de sus mayores íconos populares fue sin dudas el popular Barrio El Saladillo, cuya fundación data del siglo XVII y que, con el paso de los años, se convirtió en la identidad del marabino y el corazón de la zulianidad.
Ver después: Puente de Maracaibo: Origen y Curiosidades

Primeros años de El Saladillo
Primero que nada debemos remontarnos a finales del siglo XVII, cuando se descubrieron los primeros vestigios de esta zona que serviría como barrio El Saladillo.
El Saladillo nació como un caserío, cuando Juan de Andrade decidió construir una ermita en un poblado cercano a las riberas del Lago de Maracaibo.
Rápidamente, la comunidad empezó a expandirse, gracias al hallazgo de una misteriosa tablita con la imagen de la virgen María y del Niño Jesús, siendo descubierta por una mujer en la orilla del Lago.
Por otra parte, la primera mención histórica de El Saladillo, se dio a mediados del siglo XVIII.
El párroco ibérico mencionó que el barrio se le conoce como “El Saladillo” por su cercanía a una salina que se ubicaba en Maracaibo. De allí, surgió el nombre en 1774.
La tradición de la Virgen de Chiquinquirá
Con el hallazgo de la tablita impregnada con la imagen de la virgen María, empezó a expandirse el culto a la “Chinita”.
En 1812, se decide aperturar la tradición de la Virgen de Chiquinquirá, y los saladilleros salían a reunirse en las calles para rendirle pleitesía.
Al principio, el culto a la Chinita no se podía comparar a la tradición que conocemos, ya que, en 1942, el gobierno regional y el gran esfuerzo de los saladilleros, le confieren el estatus de religiosidad.
Rodeado de urbanismos y casas coloniales

Para los años siguientes, el barrio El Saladillo comenzaba a expandirse, no solo por el arraigo cultural, sino, también, por el puerto de Maracaibo.
Esto dio por sentada la creación del antiguo hospitalito, que atendía a los locales, y mejoró el servicio de atención de salud, que era un tanto precario en la zona.
De igual forma, la habilitación de lo que hoy en día se conoce como Hospital Chiquinquirá, sirvió de innovación, y ya los partos no se atendía debajo de una mata de cují o en los hogares.
Otro dato, fue la construcción de casas con pintorescos ventanales, puertas y coloridas estructuras, que, resguardaba a sus locales y visitantes del inclemente sol abrazador marabino.
Ahora bien, la distribución del popular barrio comprendía desde la calle Ayacucho (hoy en día la avenida 11), la avenida 15 de Las Delicias, junto con las calles Pacheco y La Marina (que en la actualidad son las calles 92 y 100 del casco histórico de la Avenida Libertador).
En sus tiempos mozos, el barrio ocupaba 50 hectáreas de terreno, distribuidos en 59 manzanas y unos 15 mil habitantes.
Para finales del siglo XIX, el urbanismo comprendía 7 almacenes, 8 bodegas, 3 tiendas, pulperías, abastos, boticas, panaderías, aserraderos, zapaterías, herrerías, alfarería y dos hospitales: el Central y el Chiquinquirá.
En cuanto a sitios populares, se encontraban Puerto Arturo, el Callejón de la Gaveta, La Caramelera, La Voc, La Mala Ley, Fuego Vivo, los Biombos y Pascualito.
Una decisión que sigue pensando en la memoria de los saladilleros

La pujante pequeña urbe marabina seguía expandiéndose y los grupos gaiteros le dedicaban canciones a este popular barrio.
Sin embargo, los proyectos de una supuesta remodelación ya se ideaba a mediados de los años 60, como principal promotor el gobierno de Raúl Leoni.
No obstante, la administración Leoni engavetó el proyecto y su sucesor en el cargo de Presidente de la República, el Dr. Rafael Caldera descubrió los planos y rápidamente, se puso en contacto con el gobernador del Zulia, Elio Suárez Romero para la aprobación de los recursos con motivo de la fulana remodelación.
En su momento se desconoció el monto total del presupuesto del estado venezolano y el 20 de julio de 1970, el gobierno de Rafael Caldera da el visto bueno para la demolición del popular barrio.
A pesar de la oposición de los saladilleros, el gobierno de Caldera hizo caso omiso, prometiendo unas 3500 casas, que nunca llegaron, por cierto.
Para los cronistas zulianos, la demolición empezó desde la Calle Urdaneta, frente a la Plaza Bolívar, y el sonido de la infernal piqueta, hizo añicos las casas que adornaron en su momento esta emblemática zona popular.
Una por una, locales, casas y sitios emblemáticos fueron demolidos por la insoportable piqueta, mientras, los saladilleros veían como sus recuerdos, patrimonios y sus vivencias quedaron hechos trizas.
Según los cronistas, muchos saladilleros lloraban inconsolablemente ante este nuevo panorama desolado, algo similar a un desastre natural de mayores proporciones.
Algunos saladilleros murieron simplemente de tristeza, al ver que todos sus recuerdos fueron triturados para complacencia del gobierno de turno en gran complicidad de la gobernación del Zulia.
Lo que quedó de El Saladillo

La demolición mostró un panorama que lejos de ser esperanzador fue, sin dudas, desolador.
Las casas que identifican la otrora barriada saladillera quedó solo en las memorias y las hectáreas de terreno fueron ocupadas por concreto y obras sin sentido.
El proyecto inicial de unas casas quedaron a la deriva, o tal vez, nunca fue ese el propósito, y se dio paso a un innovador paseo moderno, donde solo algunas casas se mantuvieron de pie y las iglesias.
Como era una zona despoblada, rápidamente creció el comercio informal, y del mismo modo, le siguieron obras de reconocidos artistas nacionales, pero sin una distribución u organización clara.
El nuevo Paseo Ciencias quedó para el olvido, apenas se inauguró y no fue hasta el gobierno local de Manuel Rosales Guerrero que se derribó el olvidado Paseo Ciencias y se inauguró en el año 2004, el Monumento y Plaza de la Virgen de Chiquinquirá.
Por otro lado, El Saladillo, aquel barrio icónico, cuna de gaiteros, quedó reducida a tres lugares emblemáticos: Las Torres del Saladillo, que se inauguraron durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe en el año 1998, donde Maracaibo fue la sede, y estos edificios sirvieron de residencia para los atletas participantes, la Calle Carabobo que fue lo único de la estructura original de El Saladillo y el Pozón del Saladillo, el sitio predilecto donde se prenden las rumbas decembrinas.
El resto de la antigua barriada popular quedó irreconocible y perdurando en la memoria de los zulianos que llegaron a conocer el antiguo El Saladillo.