Una de las grandes influyentes de la música clásica en Venezuela, es la pianista, cantante y compositora Teresa Carreño.
Su vida y obra es rica y excelsa desde su infancia hasta su muerte, dejando un legado perdurable en el tiempo.
Por otro lado, Teresa Carreño es considerada como la pianista más influyente de Latinoamérica en el siglo XIX y XX, ganando fama y prestigio que a más de 100 años de su muerte sigue perdurando.
En nuestro segmento de Biografías, detallaremos más de cerca la vida y obra de Teresa Carreño. ¡Comencemos!
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Biografía de Teresa Carreño
Primeros años
María Teresa Gertrudis de Jesús Carreño García, nació el 22 de diciembre de 1853 en Caracas, Venezuela.
Hija de Manuel Antonio Carreño y Clorinda García de Sena, siendo sus progenitores familiares directos de Simón Bolívar y su esposa, María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza.
Sus padres la bautizaron como María Teresa, en honor a la esposa del Libertador Simón Bolívar, quien falleció prematuramente en Caracas.
El interés por la música en la pequeña Teresa se despertó a la temprana edad de los 4 años.
A los 5 años de edad, Teresa practicaba música en su piano, con las notas compuestas de su padre Don Manuel Carreño.
De hecho, su padre la introdujo en el mundo musical desde muy temprano, siendo una promesa en la música a su corta edad.
A los 6 años, publica su primera obra musical, dando la dedicatoria a su mentor, el pianista estadounidense Louis Moreau Gottschalk.
Sin embargo, la estadía en Venezuela no fue fácil para la familia Carreño García que debió partir a los Estados Unidos, debido a la crisis económica en el país.
Para 1862, la familia Carreño se muda a Nueva York, y en ese mismo año, su hija mayor Emilia, contrae nupcias.
En la ‘Gran Manzana’, la pequeña Teresa dio sus primeros recitales, captando la atención del público por sus grandiosas melodías.
Juventud de Teresa Carreño
Rápidamente, el ascenso de Teresa Carreño en el mundo musical se dio de manera meteórica.
Sus conciertos fueron muy comentado en los Estados Unidos, sobre todo, en Nueva York, donde acudían multitudinariamente a sus recitales.
De hecho, su primer concierto con un concurrido público lo dio en noviembre de 1862, apenas con 9 años de edad.
La crítica alabó la actuación de la niña Carreño, ganándose desde sus primeras presentaciones el prestigio en el ámbito musical.
Tal fue el éxito de sus presentaciones en Nueva York y Nueva Jersey, que recibió la invitación de la Casa Blanca para un recital en 1863.
Durante el recital, fue felicitada por el presidente Abraham Lincoln, quien era muy aficionado al piano y a la música del maestro Gottschalk.
Por su parte, a esa misma edad, integra la Orquesta Sinfónica de Boston y a la Filarmónica de Londres, viajando a Europa para sus presentaciones con la banda.
En su adolescencia, se muda a París, Francia, coincidiendo con grandes exponentes de la música como Maurice Ravel, Gioacchino Rossini y Claude Debussy.
A los 13 años, comparte escenario con el aclamado músico austríaco, Franz Liszt, quien felicitó el progreso de la joven dama caraqueña.
Posteriormente, realizaría presentaciones en algunos países como Cuba, Reino Unido, Francia, Austria y ciudades de Estados Unidos.
Ascenso meteórico de su carrera
Teresa Carreño se codeó con los grandes exponentes de las artes musicales, recibiendo críticas receptivas en cada una de sus presentaciones.
En una presentación en Estados Unidos, la cantante de ópera italiana Adelina Pratti, le sugirió que estudiara canto y expandir su carrera.
De hecho, su debut como cantante de ópera (mezzosoprano), fue en una presentación en la obra Los Hugonotes de Giacomo Meyerbeer.
Sin embargo, su vida recibió un duro golpe, cuando en 1866, fallece su madre de cólera, una epidemia que azotó Europa en ese año.
Tras la muerte de su madre, decidió cumplir con sus compromisos y presentaciones, viajando a algunas ciudades de España como Madrid, Valencia, Barcelona, Vigo y Murcia.
En una gira por Estados Unidos, conoce a Emile Sauret, un violinista francés que se encontraba en estudios en la nación norteamericana.
Congeniaron rápidamente y se casaron en 1873, cuando Teresa contaba con 19 años de edad.
Un año más tarde, nacería su primera hija, Emilia Sauret Carreño, pero su carrera le impidió estar de cerca con la pequeña.
Por ende, dejó al cuidado de la pequeña Emilia con una tutora alemana, mientras, acompañó a su esposo por una gira europea.
Desilución y nueva oportunidad en el amor
Sin embargo, el matrimonio con Sauret iba en decadencia, sobre todo, por los celos profesionales del violinista en contra de su propia esposa.
Las razones que socavaron el matrimonio Sauret Carreño se debió a los celos que tenía Emile en el ámbito musical contra su esposa.
Por otro lado, el fracaso en la gira, sumado a la pérdida de su segundo hijo, llevaron al matrimonio a un despeñadero.
Sumado a ello, don Manuel Carreño fallecería y la crisis económica familiar se hacía presente.
Las deudas agobiaban a Teresa, que tuvo que renunciar a su propia hija Emilia, dándola en adopción a la señorita alemana que estaba a su cuidado.
Esa decisión significó un duro golpe en la vida personal de Teresa, que se refugió en la música para mitigar el dolor de la pérdida de su hija Emilia.
Para 1876, se traslada a Boston para impulsar de nuevo su carrera y en esa gira de retorno, conoce al barítono italiano Giovanni Tagliapetra.
Ambos compositores comparte gira y al cabo del tiempo, mantienen correspondencia hasta oficializar su relación.
En ese mismo año, Teresa y Giovanni se casan, y en el aspecto profesional, fundan la compañía Carreño-Donalti Operatic Gem Company.
Posteriormente, Teresa daría a luz tres hijos del matrimonio con Tagliapetra: Lulú, Teresita y Giovanni.
Giras europeas y consolidación de su carrera
Con su nueva familia, alternó sus presentaciones y su faceta de madre y esposa en Estados Unidos y Europa.
Tras largos años, Teresa regresa a su país natal con motivo de una invitación del presidente Antonio Guzmán Blanco.
Pese a estar en su casa, la recepción de público fue atípica, además, de los pleitos con su esposo Giovanni.
Sumado a ello, el director encargado de la presentación en Caracas, no acudió y Teresa tuvo que asumir de directora de manera esporádica.
Por otra parte, una decisión del Tribunal de Justicia en Venezuela, le impide a Teresa Carreño salir del país, debiendo quedarse en territorio venezolano.
La razón fue una denuncia interpuesta contra la compañía de su esposo y ella por incumplimientos de pagos e impuestos.
Teresa pudo salir del país con la ayuda del presidente Guzmán Blanco, retornando a su hogar en Nueva York.
Para la década de 1880, su relación matrimonial iba de capa caída, que se consolidó con la separación de la pareja en 1889.
Pese a su segundo fracaso matrimonial, decidió vivir un tiempo en compañía de sus hijos en Berlín, Alemania.
Allí, se consagró como concertista internacional, ganando una reputación envidiable en el escenario europeo.
Últimos años de Teresa Carreño
Para 1892, contrae terceras nupcias con el pianista alemán-escocés, Eugen d’Albert, cuyo matrimonio fue infructuoso, separándose en 1895.
Durante ese tiempo, se vuelve más cercana con su antiguo cuñado, Arturo, hermano de Giovanni Tagliapetra.
Ambos consolidan su relación, formalizan su matrimonio en 1902.
A inicios del siglo XX, prepara giras en diversas partes de Europa y Estados Unidos, pensando en volver a tierras sudamericanas.
No obstante, en el comienzo del nuevo siglo, la salud de Teresa Carreño se vio mermando, desde afecciones cardiacas y nerviosas.
Con el paso de los años, la salud empeoraba y el médico personal le indicó de suspender las giras y presentaciones para mitigar las enfermedades.
No obstante, la salud se agudizó en 1917, cuando Teresa falleció en su residencia en Nueva York a la edad de 63 años.
Teresa Carreño contrajo cuatro veces matrimonio, tuvo cinco hijos: Emilia, Giovanni, Teresita, Eugenia y Hertha de tres esposos.
Su cuerpo fue velado en Nueva York, donde acudieron diversos músicos famosos de la época.
Entre su voluntad estaba que su cuerpo fuese cremado y veinte años después de su fallecimiento, sus restos volvieron a su país Venezuela.
A partir del 9 de diciembre de 1977, según decreto presidencial, los restos de Teresa Carreño reposan en el Panteón Nacional de Caracas.
En honor a la pianista y compositora venezolana, el gobierno venezolano, en 1983, decidió renombrar al Complejo Cultural de Caracas como Teatro Teresa Carreño.
Obras de Teresa Carreño
Su vida y obra estuvo ligado siempre al éxito, donde compuso más de 70 expresiones musicales.
Entre las más destacadas se encuentran: ‘Bal en Reve Opus 26’, ‘Himno a Bolívar’, ‘Saludos a Caracas’, ‘Vals a Teresita’, y demás composiciones.
Finalmente, su legado persiste con el tiempo, siendo una de las pianistas más reconocidas a nivel mundial.
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