Nicolás II es el último zar de Rusia, luego de la caída del Imperio ruso y la llegada de un gobierno provisional, que, posteriormente, desencadenó una guerra civil.
Posterior al conflicto en Rusia, hubo divisiones de poderes y llegaron los bolcheviques, comandados por Vladimir Lenin, quienes se hicieron con el gobierno y la instauración de la Unión Soviética.
Sin embargo, la vida de Nicolás II de Rusia y de su familia, no fue del todo color de rosa, y en el siguiente post, abordaremos algunos datos trágicos que marcaron su trayectoria como zar y persona.
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Biografía de Nicolás II de Rusia
Primeros años
Nikolái Aleksándrovich Románov o mejor conocido como Nicolás II, nació el 6 de mayo por el calendario juliano), (18 del mismo mes según el calendario gregoriano) de 1868 en el Palacio de Alejandro, Tsárkoye Seló.
Es el hijo mayor del zar Alejandro III de Rusia y de la zarina María Fiódorovna Románova, una aristócrata danesa.
Por otro lado, Nicolás vivió dentro de las comodidades del zarato, siendo educado desde la casa por tutores especiales.
Posteriormente, viajaría a la India, Egipto y Japón, países donde complementó su educación, y en el territorio nipón estuvo a punto de morir en un intento de magnicidio.
A raíz de eso, regresa a su patria, donde prosigue con sus estudios superiores, participando en ocasiones de las reuniones en el gabinete del Imperio ruso.
Tras la muerte de su abuelo Alejandro II, su padre se convirtió en zar adoptando el nombre de Alejandro III, mientras, Nicolás pasó a ser ‘zarevich’ (príncipe heredero).
Según algunos biógrafos, el zarevich Nicolás tenía un carácter reservado, introvertido, además, de hablar fluidamente idiomas como el inglés, alemán y francés.
Por otro lado, era un buen tirador, practicaba equitación, además, de tener ciertos aires ingleses, costumbres impuestas por su abuela paterna María de Hesse-Darmstadt.
Al poco tiempo de llegar al trono en Rusia, Nicolás II se casó con la princesa Alix, quien adoptó el nombre de Alejandra Fiódorovna Románova.
Ascenso al trono como Nicolás II de Rusia
Para 1894, la salud del zar Alejandro III estaba en complicaciones, debido a una nefritis, y el monarca, finalmente falleció el 14 de mayo de ese año (juliano) o 26 de mayo (gregoriano).
Después del luto protocolario que se realizó en toda Rusia, el zarevich Nikolái, ascendió al trono con el título del zar Nicolás II.
Pese a vivir en las comodidades del Imperio ruso, sumado a su preparación académica, él mismo zar, admitió su ignorancia en temas políticos y relacionados con el gobierno de su país.
Para ello, asciende en noviembre de 1894, donde las dudas sobre su capacidad de gobernar una nación de carácter autocrático, se ponía en tela de juicio.
A su vez, los primeros años de su gobierno, tuvo una fuerte influencia, por parte de sus tíos maternos, especialmente, Sergio Aleksándrovich Románov.
Al cabo de unos días de llegar al trono, se casó con la princesa Alix, convirtiéndose la aristócrata en la religión ortodoxa y adoptando el nombre de Alejandra.
Con la zarina Alejandra, vivió un idilio de amor, y sus afecciones se mostraba en público, siendo un matrimonio de ejemplo, no solo en Rusia, sino, en Europa.
La influencia de la zarina Alejandra, fue fundamental para desprenderse de a poco, de las intrigas de la familia de su esposo y gobernar con un poco de autoridad.
Fruto de su matrimonio nacieron cinco hijos: las duquesas Olga, Tatiana, María y Anastasia, además, el zarevich e hijo menor de la familia real, Alekséi.
Para ese tiempo, la línea sucesiva del zar estaba exclusivamente reservada para los hombres de la familia, indistintamente, si eran mayores o menores.
Influencia en Europa y planes de conquista
La influencia de Nicolás II de Rusia fue impulsada por su propio primo, el káiser alemán Guillermo II.
De hecho, el káiser influyó en el zar para la expansión de las Rusias en el continente asiático, y apenas, dos años después de su coronación, entró en conflicto con Japón.
Sumado a ello, el Imperio ruso se inmiscuyó en la Primera Guerra Sino-Japonesa, estableciendo una base rusa en Port Arthur.
Por si fuera poco, ocuparon Manchuria y junto con su otro primo, el rey inglés Jorge V, estableció la repartición de Persia.
Pese a sus planes de conquistas, abogó por el desarme y mantuvo el pacifismo, pero la entrada de Rusia en la Guerra Ruso-Japonesa de 1905, determinó el principio de su caída.
No obstante, la influencia de Nicolás II en Europa se resquebrajó con la derrota del Imperio ruso en manos de los japoneses.
Asimismo, el control que ejercía en los Balcanes se esfumó, teniendo que mediar la paz y territorios con Serbia y el Imperio otomano.
Entretanto, Rusia entró en conflicto con el Imperio austro-húngaro, debido a la adquisición de este último, anexándose Bosnia.
Sumado a ello, las tensiones entre San Petersburgo y Viena se incrementaron, mientras, que, en el plano local, crecía el descontento hacia Nicolás II.
Por su parte, mantuvo buenas relaciones con Francia y Alemania, sobre todo, este último, debido a su nexo familiar con el káiser Guillermo II.
Empiezan las revoluciones
Pese a que, en el Imperio ruso, las políticas de industrialización avanzaron, no fueron suficientes, para evitar la derrota imperial en las guerras con Japón.
Seguidamente, el descontento popular crecía y se suscitaron varias revueltas revolucionarias en 1905, que dio inicio, a la influencia comunista en el territorio.
Por si fuera poco, Nicolas II de Rusia quiso mantener la misma línea autocrática de sus antecesores, y se negó ante las peticiones gubernamentales.
Entretanto, las corrientes revolucionaras, impulsaron en el liderazgo bolchevique, que se venía cocinando desde 1905 y se instauró en 1917.
De igual forma, la desigualdad social, sobre todo, en el campesinado ruso, además, de los cargos públicos, derivó en el carácter revolucionario y antimonárquico.
Sumado a ello, se desató el ‘Domingo Sangriento’, cuando una multitud en protesta contra el gobierno de Nicolás II, se congregó en el Palacio de Invierno, provocando la represión de la guardia del zar.
Ante el ascenso revolucionario, el zar tenía que tomar una decisión, instaurar la dictadura o seguir las peticiones de los revolucionarios.
Sin embargo, el zar accedió a disminuir la severidad de su gobierno, convocando a la Duma estatal del Imperio ruso y delegando responsabilidades.
Relación con Rasputín
Una de las influencias más notables en el zarato de Nicolás II de Rusia, fue la influencia del monje Grigori Rasputín.
Rasputín era uno de los predilectos de la zarina Alejandra, y más, fue su influencia, cuando se le detectó una extraña enfermedad incurable al zarevich.
Para ese tiempo, la medicina no era tan avanzada como en la actualidad, y el zar recurrió a médicos sin éxitos.
Hasta que el contacto de Rasputín, quien tenía fama de monje y curandero, accedió a la petición de la desesperada zarina.
La supuesta cura de Alekséi, dejó en una posición incuestionable al zar Nicolás II, que lo convirtió en consejero.
Pese a ello, la conspiración en torno al zar creció, provocando en el asesinato de Rasputín en 1916, en pleno auge de la I Guerra Mundial.
I Guerra Mundial y caída del Imperio ruso
El estallido de la I Guerra Mundial, dejó en una posición de encrucijada al Imperio ruso, luego del respaldo hacia Serbia por el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria.
Sin embargo, la decisión de Nicolás II de enviar tropas a la frontera austriaca, fue la gota que derramó el vaso.
Ante la propuesta inicial de pactar una paz entre Alemania y el Imperio austro-húngaro, finalmente, los alemanes declararon la guerra.
Inicialmente, el Imperio ruso tuvo victorias contra los austrohúngaros, pero Francia frenó los intentos de invasión de Rusia.
No obstante, en 1915, el Ejército Imperial ruso se retiró del territorio austriaco, provocando la destitución de Nicolás Nikoláyevich.
La destitución del duque provocó un descontento popular, luego del nombramiento de la zarina Alejandra, quien se mantuvo en las acciones del conflicto.
Según algunos biógrafos, la destitución del duque no fue estratégica, sino, por el odio que le tenía a Rasputín, razón suficiente para ser relevado del cargo.
Posteriormente, la influencia de Rasputín se hizo más evidente, hasta su muerte por una conspiración aristócrata, dejó en el camino al consejero de Nicolás II.
Tras la muerte de Rasputín, se empezó a cumplir la profecía del monje y la influencia rusa en la Gran Guerra se vio mermada hasta su colapso.
En 1917, se da inicio a la Revolución de Febrero, que dejó tocado no solo a Rusia en la guerra, sino, también, a Alemania y el futuro del conflicto.
Abdicación y muerte de Nicolás II con su familia
Como era de esperarse, el movimiento revolucionario se expandió por toda Rusia, presionando a la Duma estatal.
Por lo tanto, la presión creció y se obligó al zar Nicolás II a abdicar, mientras, se firmaba un armisticio de paz con los Aliados.
Ante la situación política y el prestigio del zarato, Nicolás II aceptó y puso como zar a su hijo Alekséi, pero la condición física del niño, hizo cambiar de parecer.
Por lo tanto, dejó a cargo del zarato a su hermano menor, el duque Miguel, mientras, que renunció a los privilegios.
Pese al nombramiento, Miguel no aceptó el cargo, hasta que no se decidiera en una asamblea electa, aspecto que nunca sucedió.
Con este movimiento, la dinastía Rómanov dejó de existir y Nicolás II con su esposa e hijos, fueron trasladados a las afueras de San Petersburgo.
Al inicio de su reclusión en el Palacio de Alejandro, mantuvo algunos privilegios, inclusive, se especuló en ser exiliados a Reino Unido.
Sin embargo, la crisis política en las islas británicas, sumado a la oposición del Soviet de Petrogrado, impidieron la salida de Nicolás con su familia.
Posteriormente, el gobierno provisional los exilió a Siberia para evitar un intento de magnicidio de la familia real rusa.
Con la caída del gobierno provisional, las advertencias no se hicieron esperar y se ordenó la reclusión indefinida del zar Nicolás II y su familia.
Finalmente, Nicolás, su esposa Alejandra y sus hijos, junto con dos sirvientes y médico, fueron ejecutados en Ekaterimburgo, el 17 de julio de 1918.
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