El experimento Tuskegee
Historia Salud

El Experimento Tuskegee: Una mancha en la historia de la medicina 

Una de las peores infamias relacionadas con la medicina fue el Experimento Tuskegee un estudio clínico realizado entre 1932 y 1972 por el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos en colaboración con la Universidad de Tuskegee, en Alabama, donde ocurrió alrededor de cuatro décadas, el mayor engaño contra la comunidad afroamericana.

Por ende, en el presente post, abordaremos sobre esta mancha de la historia de la medicina, haciendo relación al Experimento Tuskegee y las repercusiones que dejó a la posteridad.

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¿Qué fue el Experimento Tuskegee?

El experimento Tuskegee

El Experimento Tuskegee fue un estudio clínico que fue orquestado por el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos entre los años 1932 hasta 1972.

Dicho estudio también fue auspiciado por la Universidad de Tuskegee en Alabama, y donde el objetivo de la investigación era medir la evolución de la sífilis en una comunidad de hombres afroamericanos.

Sin embargo, la evolución de la enfermedad infecciosa iba acompañada de un manejo irresponsable por parte de los encargados de la investigación, ya que, buscaban respuestas del patógeno sin la intervención de tratamiento a los pacientes.

El gran engaño

El experimento Tuskegee

La investigación contó con la participación de seiscientos hombres a lo largo de las cuatro décadas que duró el estudio.

Por si fuera poco, la participación en cierto modo se basó en engaños y el reclutamiento tuvo como premisa darles atención médica gratuita.

Bajo ese engaño de que se les ofrecía atención médica gratuita para tratar una supuesta “mala sangre”, los participantes accedieron sin informarles de que padecían sífilis ni de los riesgos que conllevaba. Tampoco se les ofreció la penicilina cuando esta se convirtió en el tratamiento estándar para la sífilis en 1947, ni se les pidió su consentimiento informado para continuar en el estudio.

Años de silencio y complicidad

Eunice Rivers, la única enfermera que tuvo contacto directo con las víctimas. Imagen: Reuters.

Los ensayos clínicos y la evolución de la enfermedad seguían con el paso de los años.

Como punto resaltante fue la inclusión de la penicilina como tratamiento de elección en la sífilis en 1947, 15 años después del inicio del Experimento Tuskegee.

Por su parte, se empleó a una enfermera afroamericana llamada Eunice Rivers, que era como una especie de asistente para los médicos que desarrollaron el estudio.

Rivers se tituló como enfermera en la Universidad de Tuskegee y fue captada por el doctor Raymond Vonderlehr.

Asimismo, Rivers fue de guía para la comunidad afroamericana, ya que, conocía a la gran mayoría de los pacientes durante los años que estuvo como trabajadora y asistente del estudio.

En cuanto a los encargados del estudio, fueron los siguientes doctores:

  • Talafierro Clark (Propulsor del Experimento Tuskegee, pero renunció al año por diferencias sobre las prácticas engañosas hacia los sujetos delo estudio)
  • Eugene Dibble (jefe del Instituto Tuskegee)
  • Oliver C. Wenger (director de la Clínica de Enfermedades Venéreas del Servicio Público de Salud de Hot Springs, Arkansas). Se encargaba de reclutar a los sujetos del estudio mediante engaños y falsas promesas.
  • Kario Von Pereira-Bailey (Uno de los primeros directores del proyecto, sustituyó a Clark)
  • Raymond H. Vonderlehr (director del proyecto, sustituyendo a Pereira-Bailey)
  • Paxton Belcher-Timme (asistente del doctor Pereira-Bailey, y luego director)
  • Eunice Rivers (única enfermera asistente del proyecto).

Se destapa la infamia

El experimento Tuskegee
The New York Times fue uno de los periódicos que dio cobertura sobre el Experimento Tuskegee. Imagen: The New York Times.

Para 1966, un médico investigador del proyecto llamado Peter Buxtun mostró su preocupación con la misión del experimento.

Por ende, envió una carta a la sección del control de enfermedades venéreas de la CDC (Center for Disease Control).

Sin embargo, la respuesta del CDC fue tajante, no iba a suspender los estudios hasta que murieran todos los pacientes o sujetos de la prueba.

Dos años después, el médico afroamericano William Carter Jenkins intentó sin éxito acabar con el fin de los estudios en Tuskegee, a través de artículos publicados en su revista Drum.

Con la llegada de los años 70, Buxtun decidió acudir a la prensa y dar la “primicia” a un periodista del diario Washington Star.

La noticia salió el día 25 de julio de 1972, haciéndose eco de la información suministrada por Buxtun y a la mañana siguiente, ya diversos diarios del país hablaban sobre el infame Experimento Tuskegee.

Repudio y condena

El experimento Tuskegee
Los sujetos de la experimentación recibiendo «placebo» en lugar de una medicación adecuada. Imagen: Wikimedia.

Tras darse a conocer ese infame experimento, el congreso estadounidense decidió actuar y más por la presión mediática y popular en ese mismo año.

Para ello, se constituyó una junta ad hoc, determinando que el estudio carecía de justificación médica y ordenó inmediatamente su fin.

De igual forma, la NAACP (National Association for the Advancement of Colored People: Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color), presionó para la compensación a los supervivientes participantes y familiares que habían sido infectados a consecuencia del estudio, con nueve millones de dólares y la promesa de tratamiento médico gratuito.

Asimismo, salieron defensores de la “ética médica”, como el caso del doctor John Heller, afirmando su postura de que las personas eran sujetos de prueba y no pacientes o enfermos.

Por si fuera poco, se descubrió que los pacientes recibían “placebo” en lugar de medicamentos para tratar la condición, generando mayor repudio hacia la comunidad científica del Instituto Tuskegee.

Consecuencias del Experimento Tuskegee

Los sobrevivientes siendo compensados por el presidente Clinton en 1997. Imagen: Reuters.

El escándalo del Experimento Tuskegee trajo diversos efectos colaterales sobre la realización de estudios experimentales en humanos.

De hecho, en 1974, se aprobó una ley del Acta de Investigación Nacional, donde se regularizó la utilización de seres humanos para estudios experimentales.

Lo peor del caso es que ninguno de los que participaron en ese infame proyecto, cumplieron condena ante tal acción.

Los que más sufrieron de estas vergonzosas investigaciones fueron los sujetos que, tras engaños, cayeron en un repudio social durante más de 40 años.

Por otro lado, durante los 40 años que duró el estudio, al menos 128 participantes murieron a causa de la sífilis o sus complicaciones, y muchos otros sufrieron graves secuelas físicas y psicológicas.

Sumado a ello, el estudio contribuyó a propagar la infección entre las parejas sexuales y los hijos de los participantes, aumentando el sufrimiento y el estigma de la comunidad afroamericana.

Entretanto, el Experimento Tuskegee ha dejado una profunda huella en la memoria colectiva y en la relación entre la medicina y las minorías étnicas en los Estados Unidos.

De igual forma, el estudio evidenció el racismo institucional y la discriminación que sufrían los afroamericanos en el acceso a la salud, así como la falta de respeto por su dignidad y autonomía.

A su vez, el proyecto también generó una profunda desconfianza hacia el sistema médico y las autoridades sanitarias, que aún persiste en algunos sectores de la población.

Para intentar reparar el daño causado, el gobierno de Bill Clinton ofreció disculpas oficiales a los supervivientes y sus familias en 1997, y estableció un fondo de compensación económica y un programa de atención médica gratuita para ellos.

Asimismo, el estudio impulsó la creación de normas éticas más estrictas para la protección de los sujetos humanos en la investigación, como el requisito del consentimiento informado y la revisión por comités independientes.

Conclusión

El Experimento Tuskegee es un ejemplo de cómo la ciencia puede ser utilizada para fines perversos cuando se olvida el respeto por la vida humana.

El estudio no solo fue inútil desde el punto de vista científico, sino que causó un enorme sufrimiento a miles de personas inocentes.

A manera de recordatorio, el Experimento Tuskegee es una lección para evitar que se repitan atrocidades similares en el futuro, y como un llamado a defender los derechos humanos y la justicia social en el ámbito de la salud.

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Samuel García

CEO de Dossier Interactivo

Esposo de una excelente mujer (Marines) y padre de tres y redactor SEO de Dossier Interactivo.

Médico de profesión y amantes de los cómics, videojuegos, libros y del fútbol.

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