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¿Qué es el Síndrome de Estocolmo? ¿Cómo se originó?

El síndrome de Estocolmo es un fenómeno psicológico que se produce cuando una persona secuestrada o retenida contra su voluntad desarrolla un vínculo afectivo con su captor o agresor. Sin embargo, nos preguntamos ¿Cómo se originó esta particularidad psicológico?, la cual, tendrá su respuesta en el siguiente artículo.

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¿Qué es el Síndrome de Estocolmo?

¿Qué es el síndrome de estocolmo?

Se considera una forma de adaptación psicológica al estrés, en la que la víctima trata de reducir la tensión y el miedo que le provoca la situación traumática, identificándose con el punto de vista del captor y buscando su aprobación.

De esta manera, la víctima puede sentir que tiene cierto control sobre su destino y que puede influir en el comportamiento del captor para evitar un daño mayor.

Por su parte, este fenómeno psicológico tiende a relacionarse con un vínculo afectivo (inclusive amoroso en algunos casos) entre el secuestrado o víctima y su captor.

¿De dónde surgió el Síndrome de Estocolmo?

La primera ocasión que se dio a conocer este síndrome, fue en 1973, en la capital de Suecia, que se llama Estocolmo.

Este hecho sucedió entre los días del 23 al 28 de agosto del citado año, cuando un secuestrador, llamado Jan-Erik “Jane” Olsson entró en una sucursal bancaria del Kreditbanken en la capital sueca.

Inmediatamente, la policía local fue alertada y al momento de tratar de rescatar a los rehenes, OIsson disparó hiriendo a uno de los agentes.

Posterior a ello, exigió hablar por teléfono con un antiguo compañero de robos, que se encontraba en prisión, llamado Clark Olofsson. 

Asimismo, exigió una cantidad de 3 millones de coronas suecas, dos revólveres, cascos, chalecos antibalas y un vehículo para la huida.

Al llegar Olofsson, se estableció comunicación con Olsson, inclusive, llegó al despacho del entonces primer ministro Olof Palme.

Lo más increíble del caso fue cuando la portavoz de los rehenes, Kristin Enmark, refirió algo que dejó a todos atónitos.

Enmark mencionó que se sentía segura con los secuestradores, y que temía que la policía actuara en contra de ellos, empatizando increíblemente con los delincuentes.

En los días siguientes, la actitud de los secuestradores fue negativa, inclusive, llegaron amenazar a las víctimas, en caso de que la policía los capturara.

Tras días de negociaciones y sin llegar a un acuerdo, la policía decidió actuar y finalmente, capturó a los malhechores sin víctimas que lamentar.

Luego de la captura, los malhechores recibieron condenadas de 10 a 15 años de prisión, sin tener otros antecedentes delictivos.

¿Es o no una enfermedad?

Por otro lado, el síndrome de Estocolmo no se considera como una enfermedad mental, sino una reacción emocional que puede afectar a cualquier persona en circunstancias extremas.

De esta forma, no implica que la víctima sea cómplice o responsable de lo que le ocurre, ni que pierda su capacidad crítica o su sentido de la realidad.

Por el contrario, no quiere decir que la víctima quiera permanecer con el captor o que no desee ser rescatada. Se trata de una forma de sobrevivir a una situación límite que puede desaparecer una vez que se rompe el vínculo con el captor.

El síndrome de Estocolmo se ha observado en casos de secuestros, rehenes, violencia doméstica, abuso sexual, terrorismo y otras situaciones de violencia o coerción.

Sin embargo, no todas las personas que viven estas experiencias desarrollan este síndrome, ni todas las que lo desarrollan lo hacen en el mismo grado.

Factores que pueden influir en este síndrome

Entre los factores o condicionantes que pueden influir en la aparición del síndrome de Estocolmo, podemos mencionar los siguientes:

– La duración y la intensidad del cautiverio o la agresión.

– La personalidad y la historia previa de la víctima y del captor.

– El grado de aislamiento y dependencia de la víctima respecto al captor.

– La existencia o no de episodios de violencia alternados con episodios de bondad por parte del captor.

– La percepción de la víctima sobre las posibilidades de escapar o ser liberada.

Conclusión

El síndrome de Estocolmo puede tener consecuencias negativas para la salud física y mental de la víctima, como estrés postraumático, depresión, ansiedad, culpa, baja autoestima, dificultades para relacionarse o confiar en los demás, etc.

Para concluir, es importante que las personas que han sufrido este síndrome reciban apoyo psicológico profesional para superar el trauma y recuperar su bienestar.

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Samuel García

CEO de Dossier Interactivo

Esposo de una excelente mujer (Marines) y padre de tres y redactor SEO de Dossier Interactivo.

Médico de profesión y amantes de los cómics, videojuegos, libros y del fútbol.

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