Si te dijera, que hubo un “futbolista” que para jugar en clubes de alto nivel, mintió y estafó, sin siquiera ser partícipe de un encuentro completo, sería difícil de creer. No obstante, sí existió ese caso tan insólito y se trata de Carlos Henrique Raposo, el estafador del balompié.
Digno de una serie o película de Netflix o de las grandes plataformas streaming, la vida del futbolista brasileño Carlos Henrique Raposo es de estudio y de no creer.
Para ello, presentamos en este post, lo que hizo famoso a este estafador y que le valió ganar dinero sin ser futbolista. Veamos, quién fue Carlos Henrique Raposo.
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¿Quién es Carlos Henrique Raposo?
El personaje en cuestión se le apodaba “El Kaizer”, debido a su gran parecido con el futbolista alemán Franz Beckenbauer, un gran refente del fútbol mundial entre los años 60 y 80, además, de ser el técnico campeón del mundo de 1990.
Los primeros pasos dentro del balompié brasileño, se dio a mediados de la década de los 80, cuando por recomendación de otros futbolistas amigos, llegó a probar en el Botafogo.
Pese a las contradicciones de Raposo de que inició a principios de los 80, y fue campeón continental con el club argentino Independiente de Avellaneda en 1984, fue desmentido por el mismo equipo rioplatense.
Por otra parte, inicio su carrera, se pudiera decir de manera accidental o suspicaz, cuando hace contacto en un club nocturno con una figura del fútbol brasileño.
Dicha figura era Mauricio De Oliveira “Anástasio”, quien era un ídolo en el club brasileño de Botafogo.
Una de las armas por la que triunfó Raposo, fue su carisma y simpatía, hechos que cautivó a directivos y jugadores del gigante amazónico.
Su carrera como estafador
Con 23 años, se presentó ante Anástasio, quién llevaba tres años en su retiro profesional y estaba iniciando su carrera como agente de algunos jugadores.
Las copitas de más, hicieron efecto y Raposo le mencionó a Anastásio si podía conseguir empleo en el Botafogo, pero no como un empleado común, sino, siendo un jugador profesional.
Por su parte, Anastásio se logró convencer, debido a la insistencia de Raposo y el carisma que sería su as bajo la manga en la carrera como estafador dentro del fútbol.
Anastásio le propuso un apodo, (típico de los futbolistas), y le llamó “El Kaizer”, debido a su gran parecido con Beckenbauer.
Al cabo de los días, Anastásio contactó con los directivos del Botafogo, y plasmó un palmarés increíble.
Entre su “curriculum” estaba haber ganado la Copa Intercontinental con el Independiente de Avellaneda, equipo que venció al Liverpool inglés en 1984.
Tras este palmarés, los directivos se deslumbraron y decidieron hacerse con los servicios del “prodigioso” delantero.
Etapa en el Botafogo
Con el palmarés alterado, Raposo se dispuso a firmar su primer contrato profesional con el Botafogo, estampando su firma, dando inicio a su carrera como estafador.
Dicha evidencia, fue haberse hecho pasar por el brasileño Carlos Enrique, cuya casualidad era su nombre, y sí fue, miembro del plantel ganador del mundo.
Su primer entrenamiento fue surrealista, trotó unos minutos y de la nada, fingió una lesión muscular, previo a su primer partido dentro de la escuadra carioca.
Los médicos le creyeron a Raposo, y fue, porque no existía en ese momento estudios más especializados que hay en la actualidad.
Por ende, siguió su fase de recuperación por veinte días, mientras, devengaba un salario de lujo y derroche.
Durante ese tiempo, tuvo un amigo médico y dentista que le realizaban informes falsos y este se los daba al club, quien caía redondo a la estafa.
Muchos aficionados se esperanzaban del supuesto crack campeón del mundo y pasaban los días, y Raposo fingía otra lesión, hasta acabar contrato con Botafogo.
Uno de los trucos que realizaba Raposo era firmar contratos de corto tiempo, para evitar sospechas y apenas se acaba el contrato, emigraba hacia otro club.
Para que la mentira no se le acabara rápido, forjaba encuentros con otros futbolistas y estos les presentaban agentes o managers, de allí, esparcía su estafa.
Al expirar el contrato, Botafogo se cansó de que no debutara y estaba a punto de no renovar sus servicios, pero Raposo ya estaba en la mira del Flamengo.
Flamengo
A pesar de no haber debutado con el Botafogo, cambió de colores y fue a parar al Flamengo, uno de los históricos del balompie brasileño.
En esa etapa, se hizo amigo de Renato Gaucho, quien era jugador de la Roma y convenció a los directivos del “Fla” para firmar a Carlos Henrique Raposo.
Con el mismo modo operandos, Raposo disponía de su primer entrenamiento y fingía una molestia muscular, y de nuevo, el plan surtía efecto.
Con los informes médicos, sumado a los días de inactividad, Raposo se disponía de mirar a otros horizontes antes de que su mentira se cayera.
Uno de los preparadores físico del Flamengo, relató para un medio de importancia, que Raposo hablaba por teléfono en inglés, pero de manera extraña.
Según el “jugador”, entablaba contacto con agentes de Inglaterra, quienes estaban interesados en sus servicios.
Por si fuera poco, Raposo le decía algunos de sus compañeros de Flamengo, que les dieran patadas para fingir lesiones y de esa manera, llegó su segundo equipo sin disputar un minuto.
Viaje a México con el Puebla
Su buena relación con la prensa, le valió la realización de diversos artículos que atestiguaban el buen trato del balón y sus “dotes”.
Uno de los equipos interesados con los servicios de Raposo, fue el Puebla de México, quien apostó por el delantero brasileño y este viajó hacia territorio azteca.
No duró ni siquiera en los entrenamientos, cuando se mostró enojado por cosas inverosímiles en el club, como la comida, el acoso de la prensa y el estilo de juego de los equipos mexicanos.
Tras durar nada en su aventura en México, uno de sus amistades, le mostró el interés del equipo estadounidense El Paso Patriots.
Su aventura corta en Estados Unidos
En territorio estadounidense, estuvo por seis meses con su nuevo club.
Sin embargo, no pudo disputar partido oficial, pero con el conjunto californiano, sí disputó tres encuentros, pero amistosos.
En los amistosos no terminó de convencer a los directivos, quienes veían un estorbo en el jugador brasileño.
Cerca de disputar su primer encuentro profesional, fingió una lesión en el entrenamiento y de nuevo, los informes médicos.
Tras recalar seis meses en Estados Unidos, el Bangu de su país natal se interesó en Raposo y sin pensarlo, decidió poner punto y final a su aventura extranjera.
Vuelta a Brasil con el Bangu
Los medios brasileños reseñaron la vuelta de Carlos Henrique Raposo a tierras brasileñas.
Esta vez la víctima era el Bangu, y Raposo estampó su firma, siendo uno de los contratos más caros del humilde club brasileño.
Los días pasaban y Raposo iba a realizar de nuevo el modo operandos, pero el presidente del club Casto De Andrade, exigió al técnico que pusiera a jugar a su “estrella”.
El técnico miró en el banco de suplentes y le susurró a Raposo, diciendo entras a jugar y ve a calentar.
Raposo sin tener opción, calentó como si nada, y aprovechó que los hinchas del club rival se mofaban del jugador.
Este aprovechó la oportunidad y amedrentó a uno de los hinchas, respondiendo con un golpe.
El árbitro le sacó la roja y lo expulsó varios encuentros, tras el final del partido el presidente de Bangu se mostró furioso con Raposo.
Raposo mencionó que la hinchada rival se burlaba del presidente y que no iba a permitir que mancharán la dignidad del Bangu.
Con esas palabras dignas de un Oscar, el presidente se mostró satisfecho con la lealtad de Raposo y decidió expandir su contrato la temporada completa.
Salto a Europa
Tras culminar su etapa en el Bangu, Raposo tuvo una llamada del club francés Gazelec Ajaccio.
Raposo hizo maletas rumbo a Francia, y en la presentación, tuvo que inventarse para salir bien librado de la prensa y del mismo club galo.
Para ello, se le ocurrió la magnífica idea de repartir los balones a los aficionados que se hicieron presentes.
Los fanáticos se emocionaron con el gesto del jugador, mientras, los directivos se tomaron los pelos ante la decisión de Raposo.
En su primer partido, Carlos Henrique Raposo entró al campo y en apenas dos minutos, se resintió de una “lesión”, y como se agotaron los cambios, decidió jugar “por amor de la camiseta”.
Tras un breve paso por Francia, Raposo se fue sin disputar ningún minuto en partidos oficiales.
Regreso a Brasil y retiro
Su aventura por Europa terminó, y regresó a su país natal, donde hizo vida con el Fluminense, Vasco da Gama y América.
En el “Flu”, disputó sus mayor número de encuentros, con cinco, a pesar, de que ninguno fue titular.
De resto, sus dos últimos equipos, siguió con su modo operandos, sin debutar nunca.
Finalmente, Carlos Henrique Raposo decidió colgar las botas a la edad de 38 años.
En total, jugó en 9 clubes, disputando 6 encuentros en toda su carrera profesional.
Cuándo se destapó la estafa de Carlos Henrique Raposo
Con el avance de las tecnologías, y años de retirado, se descubrió la estafa del futbolista fantasma.
En 2011, se descubrió la mentira y luego de eso, decidió dar entrevistas para medios locales e internacionales.
De hecho, en el prestigioso medio brasileño “Globo Esporte”, dijo que su estafa pudo salvarse, debido a que en ese tiempo no existía la resonancia magnética.
Tiempo después, con el dinero que logró de sus contratos, decidió montar un gimnasio en Río de Janeiro, además, de titularse como “entrenador profesional”.
Algunas de sus amistades, lo catalogan de que no sabía jugar ni a las cartas, o se hacía el lesionado para seguir cobrando sin disputar minutos.
Finalmente, Raposo enfatiza que los “clubes engañan a los jugadores y era justo que uno de nosotros los engañáramos”, además, no se arrepiente de sus acciones.
En la actualidad, Carlos Henrique Raposo tiene 59 años y reside en Río de Janeiro, y en ocasiones, da entrevista sobre su connotado engaño dentro del fútbol.
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